Las horas pueden ser un rutinario
desfilar de minutos que reflejan
la vacuidad perfecta y aconsejan
cambiar el estilismo en nuestro almario.
No basta con vestirte de canario
para ser buen cantor, ni se asemejan
sus alas a tus pies , que apenas dejan
el suelo en algún vuelo imaginario.
Hay que admitirlo, somos lo que somos
seres comunes que han de conformarse
con vadear a pulso sus abismos.
Con desnudar sus cuántos y sus cómos
sus quizás y sus luegos y afanarse
en continuar creyendo en ellos mismo.
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