No
sabemos.
Solo es
que no sabemos
traducir
al lenguaje del latido
las groseras señales que nos hace la vida.
Gestos
con los que acaso
se
esfuerza en prevenirnos de quiebros y sorpresas
que
maquina el destino.
Después
de aquel relámpago encendido de rabia
que
estremeció tu noche,
quién
se extraña si luego se suceden
los
siglos de tormentas.
Y si
el Sol enrojece ,
cuando
llega el crepúsculo
sigue
el instinto que le dice al pájaro
que
regrese a su nido.
No
sabemos...
Y a
veces no queremos.
La
evidencia se palpa
en el
temblor del aire .
Los
cuervos sobrevuelan
hoy los
cielos sombríos.
Pero mi
corazón incorregible
un día más prefiere ensimismarse
intentando
imitar el su latir el canto
de un
jilguero escondido .
No hay comentarios:
Publicar un comentario