Cada
vez lo percibes más extraño
y
alejado de ti,
más
dispuesto a ausentarse.
Cada
instante que pasa
te
sientes más frustrada, más ajena,
e
inclinada a expatriarte .
Cada
día amanece
con la
luz fatigada
y
empapada en tristeza de los lunes.
Es
difícil
intentar
mantener la compostura
y
simular que no hay nada ni nadie
que te
roce la piel,
que no
te haga
temblar
en tus adentros.
Procurar
conservar algún atisbo
de
sonrisa en la boca,
afectado
desdén,
ante
tanta y tan sorda indiferencia .
Y más
que nada cuesta convencerse
de que
si ya no queda
nadie
que por ti mire en este mundo,
tú
eres tu amante más fiel y aún te sobra
amor
para obsequiarlo,
para
tejer con él,
como si
fuesen pétalos fragantes,
una
alfombra que cubra
de
pasión y alegría sus caminos.
De que
vale la pena
continuar
desvelándome
escribiendo
poemas taciturnos
y
apostándolo todo por la vida,
hasta
que una vez caigan
de
canto las monedas
y la
luz de la aurora
se
vista de domingo.
O hasta
que se apague
el
último lucero tenaz y solitario
que
aún brilla en mi noche .
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