lunes, 20 de mayo de 2019

Mi Faro de Alejandría



Tiene el corazón razones
que la razón nunca entiende
porque solamente atiende
sesudas demostraciones.
Descifrar las sensaciones
que nacen en lo escondido
solo le cabe al latido
cuando, desbordado, sigue
a la emoción y consigue
darle a la vida un sentido.

Darle a la vida un sentido
y alumbrar una ilusión
es deber y devoción
de todo aquel que ha nacido.
Por eso debe haber sido
que sentí que se encendía
dentro de mí una bujía
al conocerte y que era
su débil chispa primera
mi Faro de Alejandría.

Mi Faro de Alejandría,
fuego fatuo rutilante,
y aquel que mi paso errante
en la noche oscura guía.
Qué importa si al ser de día
compruebas con gran quebranto
que no era para tanto
ninguna luz sublimada
y que queda inaugurada
la estación del desencanto.

La estación del desencanto
valdrá la pena que llegue
aunque su negrura anegue
mis lagrimales en llanto
Se que, en mi tristeza, un canto
me has de inspirar que podría
devolverle la alegría
al más triste entre los tristes,
porque para eso existes
felizmente, Poesía.




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