Estos tiempos no son los más idóneos
para entregarse al devaneo lírico.
Se volvieron de piedra
granítica los labios,
se sellaron las fuentes en que antes bebían,
felices como alondras,
las palabras.
El aire lo presiente,
la claridad se esconde por prudencia
en las profundidades de lo oscuro,
¿el filo de qué verbo
podría violentarla?
Hará daño al oído
el grito que se ahoga en la caverna
del corazón.
Mejor no desvelar
lo que el silencio esconde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario