No estoy para intentar más ochomiles.
Esa nube de allí no vale tanto …
Muestra el cielo tan grises sus perfiles
que , si lo pienso bien, ni me levanto.
Me faltan los pañuelos para el llanto
y me sobran.... digamos... veinte abriles.
Me quedo aquí , a salvo del quebranto,
en el sopor de mis “beatus illes”.
Pero luego ...¿ quién puede con los ojos
que se quedan prendados de la danza
de algún fulgor y van tras de su estela?
de algún fulgor y van tras de su estela?
No se puede suplir con trampantojos
un espacio de riesgo, fe y libranza
sin que haya por dentro algo que duela.
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