sábado, 10 de diciembre de 2016

Flores amarillas


Ella llegó con la sonrisa clara,
el tintineo del decir travieso
y el labio tan dispuesto para el beso
que hacían de su boca una alfaguara.

Nadie al mirarla resultase ileso,
él no pudo evitar que le avenara
la pasión que en silencio se declara
en la que sin quererlo quedas preso.

Siempre sucede igual, otro torrente
que crece y se desborda, otras orillas
opuestas, alejadas tantas millas
que no hay manera de tender un puente.

Otro ramo de rosas amarillas,
que hacia la nada lleva la corriente. 

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