domingo, 4 de diciembre de 2016

Umbría verde



Al borde del marasmo
de la desafección existencial,
se exacerba hasta el límite el filo de lo lúcido
que sin piedad acera y agudiza
la soledad
y agosta
los bienhechores prados de la calma.

Qué tentación tan grande es el abismo
para el alma que tienta
bajo en barniz de todos sus disfraces
sus adolorimientos.

¿Y si la espuma fuese solo espuma,
un universo blanco
en que el silencio es silencio solamente
y la paz solo paz?

Se impone la querencia
de animal infeliz domesticado,
que vuelve a los apegos
de aquellos otras fosas familiares
tan hondas,
tan calladas,
donde duermen
tantos pequeños dramas diminutos
que nunca han de encontrar un hueco en los periódicos.

Regreso por mis pasos.

Canta , ajena, una alondra
como si no pasase nadie,
como si no ocurriese nada...

Como si no muriese
la ilusión agostada de otro día
en cada atardecer.

Como si no quedase sepultada,
junto a un Sol moribundo,
entre la umbría verde del pinar .




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