Después
de tanto tiempo
de irte
acostumbrando a  la rutina
de la
quietud impuesta,
los
oídos
ya no
quieren oír más que lo justo,
aquello
que no quiebre
la paz
de  corazón.
Hasta
que llega un día, en el que sin pensar,
en un
instante,
se
rompe el equilibrio.
Es casi
una armonía
lo que
en el filo  improvisado   suena
y sabes
que es  por ti
por lo
que   el aire   atónito
se
llena de   rumores.
Será
que  ha llegado por fin ese momento
que
todos esperamos
de
gloria y plenitud, 
en  el
que las miradas del mundo se detienen 
sobre 
una misma anécdota
y  la
polifonía de  las voces
decide
declamar una  salmodia
a  una
sola voz,
diciendo
 un mismo nombre.
Hoy la
fortuna
cogió 
la  bola roja   en el que estaba
por la
casualidad  el tuyo escrito.
Disfrútalo
si puedes...
Sabes
que es el preludio
de lo
que ha de llegar  para quedarse,
el
tiempo   pavoroso
del
triunfo del silencio.

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