jueves, 21 de septiembre de 2017

Herrumbre


En los últimos tiempos de la boca me brotan
solo versos oscuros.

Como escritos por alguien
que con el verbo frío
y con el desencanto prendido en el acento
disecciona el presente,
quizás porque ha perdido el destello piadoso
que a la pupila suele prestarle la ilusión.

Eso lo que hacen con nosotros los años,
poco a poco nos vuelven
la mirada sombría
y en los labios  dibujan
un gesto de cinismo.

Ese es el peligro que se corre
al mirar hacia atrás y ver que apenas somos
una sombra de aquello que soñábamos ser.

Por una u otra causa
casi todos nosotros estamos condenados
a ser la la más sangrante
y la mayor de nuestras decepciones .

A los veinte creíamos
que el mundo era un cruasán a la medida
de la vitalidad de nuestros dientes,
a los cuarenta fuimos conformándonos
con escapar indemnes de sus fauces de acero.


A los sesenta sabes
que debes celebrar la carambola
que obsequia cada día,
porque esa peripecia,
con lo bueno o lo malo que pueda depararnos ,
es el único lujo posible que nos queda.

Aunque duela en los ojos y en el alma se incruste
ese brillo velado de herrumbrosa quincalla .




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