martes, 20 de febrero de 2018

Poeta



Calló.
Escuchó.
Hincó hondas raíces,
hizo su vida sombra
y acallada
pasión evanescente.

Se alimentó del aire, de la luz,
del agua de la lluvia,
de la madre
de todas las esencias invisibles.

Y floreció al azar,
perfumada y gentil,
su flor,
cuando tocaba,
en un hermoso y único poema.

Calló,
siguió escuchando
por si es que en el silencio...

O acaso en ese denso rumor a oscuridad ,
o prendida al fulgor
fugaz de alguna estrella...

Por si es que en algún quiebro del destino
otra vez sucediese
y llegase de nuevo un ramalazo
de esa caprichosa y extraña primavera.

Calla,
escucha,
ausculta
con atención maniática...

Y las más de las veces solo oye los ruidos
de un corazón cansado, que no sabe rendirse,
de un alma desmayada , que suspira
de puro aburrimiento .

De una vida que urge.

De unas tripas hambrientas.


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