Saber ,
nunca sabemos
nada
incluso
ignoramos ,
-ineptitud
supina -lo más elemental ,
del agua los secretos .
Con qué
sueñan las nubes,
cuánto
dolor oprime
su pecho de armazón algodonoso
su pecho de armazón algodonoso
al
deshacerse en lluvia,
qué
pasiones anegan el alma de las fuentes
que las
obligan a brotar sonoras,
en que hondura abisal
anida ese furor que embravece los mares ,
anida ese furor que embravece los mares ,
con qué
ardor se consume
el
corazón del hielo.
A veces
vislumbramos
con un
escalofrío
en el
aire el misterio evocador
de
nuestra realidad ,
el
rastro tembloroso y placentero
que
dibujan en pleno mes de agosto
sobre
la piel sedienta
las
gota refrescantes,
deliciosas,
redondas
como uvas
que el
cielo nos regala.
Y
sentimos.
Y nos
abandonamos,
dejándonos
llevar por el instinto
que nos
dice que somos también parte,
como la
flor, el pájaro y la niebla
de un
frágil mundo líquido ,
comulgando
con ellos
en la
celebración de que se escancie
con
generosidad.
Y
cerramos los ojos.
Y
entendemos.
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