Las
palabras gastadas que cuelgan de tu boca
son
grises como días que amanecen nublados
y
ariscas como gato que va por los tejados
en
busca de otro gato por ver si lo provoca.
Las
palabras cansadas que mis labios penden
son
pañuelos de raso sobre zarzas tendidos,
tristezas
que constatan que si existen oídos
que
alguna vez las oigan, apenas las comprenden.
La voz
suave que habla con claridad , sin prisa
y
propicia lo ameno en las conversaciones
habría
que pedirle de prestado a la brisa .
Como
esto es imposible, mejor será callarnos,
permitir
que dialoguen en paz los corazones
y que
decidan ellos si volvemos a amarnos.
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