Es gris
el polvo de cualquier camino
que
decidas seguir
y son
las huellas
que
antes dejaron otros un compendio
de
infinitos cansancios,
de
ruindades ,
tristezas
y
grisuras.
Le
queda al caminante ese consuelo
de las
zarzas hambrientas
por su
piel,
que
resultan
un
toque interesante en los ribazos
y ,si
es que tiene suerte, no perderse
demasiado
buscando otra salida
que no
sea escapar hacia adelante.
Luego,
todo es ponerle
al
tiempo malcarado buena cara,
silbando
esa canción que se quedó
enredada
en el borde de los labios
y es a
la vez nostálgica y alegre.
Y
rezar porque sea
estrellada
la noche .
Y, si
es que viene oscura ,
tropezarse
una buena compañía .
Sabiendo
que, por mucho
que
lleve de reclamo sus alforjas
decoradas
con doce cascabeles,
quien
más, quien menos guarda en su interior
viente
puñales y más de cien heridas.
Y
esconde en lo recóndito del pecho
un
campo de batalla devastado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario