Yo
no exijo que el bajo de la falda
me
lamas, ni lo celes aun del viento.
Espero
presentirte como aliento
de
un ángel tras mi espalda.
Yo
no quiero lucir una esmeralda
y
servirte en el brazo de ornamento.
Aspiro
a que mi risa y tu contento
nos
sirvan de guirnalda.
Yo
mi lastre no anudo
a
tus alas, ni pido a tu conciencia
que
entierre su ideal más insumiso.
Que
tú, libre y desnudo,
te
me entregues, amor, no es exigencia.
Deseperadamente
lo preciso.
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