lunes, 25 de septiembre de 2017

Decantación

No merece la pena molestarse
en zurcir malamente las heridas
a base de palabras desabridas
que el viento ha de llevarse.

Están hartos los cielos
de bandadas fallidas de poemas,
pues para remediar tantos problemas
no tienen ya milagros ni pañuelos.

Es mucho más sensato
dedicarse a asolar las amarguras
hasta que se decante su propensión al grito.

Y después permitirse el arrebato
de romperle al silencio las costuras
con un largo suspiro, ansioso de infinito.

Y ver cómo desprende
vaharadas de calma la tarde que se enciende.

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