Tejer y destejer a pluma alzada
sentires, procurando lo vivido
enmendar con el hilo retorcido
que presta la palabra sublimada.
Volverse a preguntar si no habrá sido
en vano el esmerarse en la puntada
o acaso no ha servido para nada
este desvelo tan entretenido.
¿ Pero quién le reprocha al solitario
si se da al desvarío literario
en pleno rapto de nocturnidad?
Es el derecho humano de cualquiera
despenarse a placer y no hay manera
más grata de engañar la soledad.
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