Tanto tiempo enfrentada al desafío
de luchar contra el tiempo y su evidencia,
ni sé cómo he llegado a esta indolencia
en que ya nada espero y nada ansío.
Nuestro destino es la obsolescencia,
triste condena a ser polvo baldío
que lleva en su adeeene su sentencia,
y era negarlo solo un desvarío.
Veleidad de la carne decadente,
candelilla de luz, enajenada
por soñarse un instante trascendente.
Poco importa que te hayas inmolado
persiguiendo el fulgor, aun derrotada
nadie te quitará lo que has volado.
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