Porque
a estas alturas ya no aguardo
sobre
la piel amnésica  de auroras
fuegos
artificiales ni  hormigueros
que me
la desazonen,
ni en
el corazón, desencantado
de
tanto aventurarse ,
más
ganas de contiendas ni  armisticios,
la vida
me lo debe.
Uno más
que
consiga atraparme en la alambrada
de tul
o de metal de sus aristas
y
devolverme al mar  en plenitud
más
allá de riberas o de anclajes.
Sé que
son de sorpresa y de impostura
o,  si
acaso,que están aderezados
con la
materia que a los sueños prestan 
los
vapores más lúcidos del vino.
Pero
uno más 
a falta
de más árnica le pido ,
al
cielo que me debe algún milagro.
Uno más
Que me
obligue a espiar como respira 
la
noche, a violentarla,
a
concebir sobre un lecho de aromas
infinitos
pecados del espíritu,
o incluso de la carne, sin más culpa.
o incluso de la carne, sin más culpa.
-y  todos  ,por supuesto, la mar  de originales-
Por uno
así le vendo
el
alma al  mismo diablo.
Uno
más,
voz del
agua,
tatuada
por la lluvia sobre el dorso
de
todas los paisajes  de ceniza,
que sea
mi testigo y que me enmiende,
cuando 
los años sean desmemoria.
Uno
más...
Y si
es que no es posible,
repetido,
este
mismo.
Escrito
con aliento sobre el humo,
fumarola
 danzante de la música,
creada
para ser alegoría
de un
íntimo universo palpitante
que
sobre sí colapsa .
Y se
reinventa.
Y
existe a condición de inacabado.
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