Como
las duras losas
del
arrepentimiento por lo que no sé hizo,
por
tantas ilusiones sepultadas
frescas
bajo la piedra,
me
pesan estos días graníticos y austeros.
La luz
,
que se
descubre,
a mis
ojos opacos y marchitos
cada
vez más ajada
y que
me cuenta.
que
apenas queda senda por delante,
me
abruma y me incomoda.
La
noche es el momento
de
lucidez y calma en que te niegas
a ti
misma el pensar.
Sirve
de poco
regresar
a otras épocas que fueron,
sin que
tu lo advirtieses,
seguramente
mucho más felices,
si
ahora solo son tristes cenizas
que se
van disolviendo en la memoria.
El
futuro es un túnel
poblado
de tinieblas
y
peligros sin nombre ni textura
que
llenan de congoja el corazón.
Solo te
queda el sueño,
esa
bendita
rendición
temporal de los sentido,
en la
que puede el alma hallar alguna tregua
para
olvidar zozobras ,
para
espulgar el aire
de
temores fantasma y respirar.
Para
soñar que llegará esa aurora
en la
que cante el pájaro
y otra
vez alegre ,descansada
con un
hambre inocente
pujante
e infinita
de
comerte la vida te despiertas.
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