Tengo un sabor frutal que me rebosa
sobre
los labios y en sus comisuras
la
sensación de que una mariposa
aletea
una danza de premuras.
Tras su
deseo, siembra calenturas
como
en una liturgia misteriosa
que
exorciza las últimas censuras
y
consigue que al fin brote rosa.
Confirma
su candor que evocar Mayo
es
posible y se muestra en el modesto
presente
tentador de su capullo
Temblor
enfebrecido hasta el desmayo,
tengo
un beso en la boca predispuesto
a
dejarse robar y a hacerse tuyo
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