jueves, 13 de diciembre de 2018

En rebeldía


Arrecian las tormentas
y no dan un respiro
las mortificaciones.

Podría haberme dado por vencida
hace ya mucho tiempo,
no se pueden drenar todas la aguas
que a diario diluvian
y no es fácil remar contra corriente.

Si yo fuera sensata,
debería haberme retirado
mientras aún tenía casi indemnes
el porte y la figura
y el genio conservaba algún que otro retazo
en que reconocerme.

Pero solo me queda ,
intacto en su coraje
y en su tenacidad ,
el corazón,
magnífico insensato
-por no decir demente-
y nunca ha sido fácil convencer
de que debe rendirse
al que vino a este mundo
trayendo en su genética marchamo de rebelde.

Así que aquí no sirve el tirar la toalla,
ni es opción resignarse
a sorberse las lágrimas y rezar porque el cielo
no decida que piedras nos lluevan de lo alto
la semana siguiente.

No único posible
es seguir adelante luchando con la vida
hasta que el cuerpo aguante.

Es apretar los dientes
y forzar la sonrisa ,
fingiendo que los golpes ni se notan,
ya se sabe
que a todo el que te hostiga y te maltrata
esa desafección
es lo que más le duele.





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