Hasta
tu mismo nombre
me
suena como a extraño.
Apenas
si recuerdo
si
tenía de almíbar o de miel el color
o qué
brillo encendía tu mirada,
cómo
era tu risa,
si
había un acento de alegría o ternura
endulzando
tu voz.
Hay
veces en que dudo
si
acaso has existido
Pero sé
que eres cierto
como la
luz del día
porque
de ti me queda
este ingente vacío
convertido
en un lastre en la mitad del pecho.
Esta
mortal tristeza
que me
habita en los ojos y se vuelve en mis párpados
un escozor ardiente.
Este
inconmensurable,
infernal
insufrible,
inhumano
dolor.
Hasta
tu mismo nombre
-que
hoy me resulta extraño-
puede
ser mi catástrofe.
Basta
con que lo escuche
para que sin aviso sobrevenga el naufragio...
para que sin aviso sobrevenga el naufragio...
Para
que se desate
esta
devastadora e implacable tormenta de emociones
sobre
mi corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario