jueves, 22 de octubre de 2020

Malamente


 

     Nunca he sabido cómo

lidiar con los morlacos de la pena.


Hay días que consigo

distraerla algún rato,

malamente,

bailando el pasodoble

que suena en cada plaza.


Astifinos y oscuros,

sus pitones son diestros

en buscar mis sangrías .


Allí donde se agolpan

los recuerdos que duelen y que sienten

pasión por derramarse.


Cortarme la cabeza ,

desgajar la memoria,

de nada serviría

cuando sobre la carne están grabadas

los momentos más dulces.


Dar tormento a mi piel ,

siempre intuitiva

y habitada por el escalofrío

no sería bastante.


Se hace necesario

arrancarme de cuajo el corazón,

dejar que se derramen sus más rojos humores

y su latido cese.



!Pues que siga la fiesta!

Que a mi querencia lleguen los cuchillos de Luna

verdugos de mi duelo,

que al vaciarlo,

quizás logren salvarme.


Pues que suene la música

y que dancen del brazo el amor y la muerte,

que se canse la pluma de escribir

cada hora un romance .


Sobre el albero brillan

los racimos de rosas carmesíes

que la arena engalanan

-qué tristeza tan fiera-,

malamente,

a costa de mi sangre.


Ha llegado la hora

de la verdad,

si acaso tengo suerte

me sacarán a hombros.


Aunque poco le importe   a un cadáver andante

 si los aplausos suenan .




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