jueves, 28 de noviembre de 2024

Pizca


 

No sé qué más hacer, ni qué inventarme

para adornar al tiempo sin matices

que vivo hoy ni logro ya tragarme

más cuentos de banquetes con perdices.


Por mucho que procuro ensimismarme

recordando otras horas más felices,

apenas si consigo no enfrascarme

en lamerme las viejas cicatrices.


Rebrota así el dolor, lo que hace urgente

exprimir la maltrecha fantasía

y extraerle esa pizca efervescente

capaz de devolverme la alegría.


Que me evite caer inútilmente

en el marasmo de la melancolía.


jueves, 21 de noviembre de 2024

Rutina


 

Cuando no son diluvios,

nos consume la entraña la sequía.


Si no llega un tornado a marearnos,

son ciclones..., 

y los ávidos ojos de exuberantes selvas

nos acechan a diario.


 ¿ Alguien ha dicho tedio?

Coleccionar de desastres,tal es nuestra afanosa

y excéntrica rutina.


No hay tiempo que perder

en sacar procesiones

y menos para andarlo malgastando

en quejas ni lamentos


Hoy toca levantarse

y echar a andar,

- el paso firme y la cabeza alta-

dispuestos a tratar de defender,

 con  férrea decisión,

la humana dignidad.


Fuerza contra la fuerza pavorosa

con que arrasa la vida.


A pesar de la íntima certeza

de que suya será, más tarde o pronto,

la victoria final.


Definitiva.


martes, 12 de noviembre de 2024

Violentando a Violante


 

Aunque yo nunca he sido por Violante

acuciada, confieso que a porrillo

hago sonetos, sin que me atarante

ni se me mueva un pelo del flequillo.


Fue leer uno y en el mismo instante

sentí clavarse en mí ese colmillo,

a la vez sugestivo, lacerante

e irresistible de su gusanillo.


Conque aquí me tenéis, en la tarea

de asir la musa, que revolotea

y hasta a ratos susurra en mi cogote.


 E incluso, si es que hay suerte, que la idea

no resulte confusa y que no vea

necesario añadirle un estrambote.


O sea,

ese pegote

que pretende cerrar lo desquiciado

con un perfecto círculo cuadrado.

Esa pizca de magia

 





Vivir ha sido siempre un desafío.

Intentar que no queden sepultadas

tus ilusiones, bajo toneladas

de desencantos, causa mucho hastío.


Masticar soledad, rumiar vacío

ocupan hoy las horas desveladas

de las interminables madrugadas

en que mi oscuridad radiografío.


Confiando en que la luz del nuevo día

me descubra un destello que abalance

mi equilibrio interior con su pamema.


Y que pueda exprimirle todavía

esa pizca de magia que me alcance

para escribir algún nuevo poema.

miércoles, 6 de noviembre de 2024

Abrazo


 

No es extraño

-ni nada vergonzante-

sentir, cómo te pesan, fatigados, los párpados

y cómo te abandona tu menguante energía,

que hay veces que la vida no concede una tregua

y aprieta hasta que ahoga...


Cuando ya estás a punto de rendirte a la noche,

toca hacer lo sensato:

abandonarse.


Recuperar la esencia

de ese animal desnudo y desvalido

que vive a la intemperie.


Que absorbe con arrobo

el beso de la luz que hiere sus pupilas

y disfruta la lluvia que le lame la piel

como una bendición.


Que, en su desvalimiento,

tiende al aire sus brazos, sabiendo por instinto

 que es la fuerza afectuosa

y el calor de un abrazo lo que puede salvarnos.

sábado, 2 de noviembre de 2024

Orfandad

Sobre el aire ha quedado suspendida

una palabra,

aquella

capaz de convocar la luz del mediodía

al envolverme con su veladura

de raso,

aquella

que jamás en mi oído

resonará de nuevo,


Nunca lo hubiese dicho,

la orfandad

es este no escuchar como te llaman

con amor

por tu nombre,

mientras sientes que nunca

habrá de ser igual ninguna melodía.


Que estarán para siempre

más cargados de acíbar esas horas

eternas en que reinan los silencios.

 

sábado, 26 de octubre de 2024

En mitad de la noche


 

Qué soledad que reina en los andenes

en mitad de la noche, cuánto frío

te recala al sentir ese extravío

de no discernir ya si vas o vienes.


No sé si lo han causado los vaivenes

del viaje mareante o el hastío

de estar anclada aquí, en un desvío,

a la espera del cruce entre dos trenes.


Y de repente, acaso a la deriva,

desde otro vagón, brota el destello

de una mirada ajena comprensiva


Por un instante, alcanza en su rareza

el gesto, que aunque breve, ha sido bello,

a aligerar un poco la tristeza.

domingo, 13 de octubre de 2024

Hasta que quiera Dios




Pues va a ser que me he muerto, eso se dice...

y que estoy ya más tiesa que un arenque.

Por más que siempre he sido un poco enclenque,

que escriba este poema lo desdice.


Será que no me ven que realice

ningún acto social, ni que el palenque

frecuente como antes, ni que apenque

con cualquier convención que me esclavice...


Aunque el tiempo en mi contra se conjura,

según creo, estoy viva y coleando,

conque no acicaléis mi sepultura.


Hasta que quiera Dios - a saber cuando-

pretendo dar la lata hasta la hartura

a base de explayarme verseando.


Supervivencia


 

Días de soledad, llenos de tedio,

rosario impenitente de las horas

donde llegan puntualmente al asedio

imágenes que son devastadoras.


Miradas, gestos, risas, que atesoras

como lo más valioso de tu predio,

sombras vagas de ayer, que tanto añoras,

son tristeza presente sin remedio,


No es que duela el dolor, es que la vida

acaba convirtiendo en una herida

cada instante feliz, que hoy es ausencia.


Y, aunque a fuego de amor quedó tatuado,

preferible es fingir que se ha olvidado,

por puro instinto de supervivencia.

sábado, 12 de octubre de 2024

Luz versal


 

Y de repente pierde su sentido

cualquier palabra ¿Cuál alcanzaría

para hacerle justicia a la agonía

que hoy atormenta al pecho dolorido?


La voz, que se quisiera un alarido,

que le arrancase al aire poesía

con la que componer una elegía,

se quiebra en un sollozo contenido.


Mejor callar, sabiendo que no alcanza

adjetivo ninguno en la alabanza

ni hay un verbo a la altura de este duelo.


Guardar silencio y mantener la lumbre

del mausoleo, para que así que alumbre

su luz versal eternamente el cielo.

miércoles, 9 de octubre de 2024

Bocanadas de aire puro


 

Recorrer el camino de la vida

no es algo fácil, eso os lo seguro,

el peaje a pagar suele ser duro

desde el pistoletazo de salida.


En una especie aciaga de conjuro,

cada paso que das guarda su herida,

solo de vez en cuando te convida

a alguna bocanada de aire puro.


Cómo cuando la música resuena

dentro de ti, inspirándote emociones,

y sientes que vivir vale la pena.


Benditos los poemas y canciones

que nos hacen la ruta más amena

y reconfortan nuestros corazones.

domingo, 6 de octubre de 2024

Espejismos otoñales

 




La estación da lo mismo,

cuando pasan los días pero sigue el paisaje

mostrando igual aspecto deslucido y caduco

carente de aquel brillo, que no pueden

prestar mas que unos ojos,

que hoy están

repletos de fatiga, y por ello, inclinados

al ensimismamiento.


Lo mejor es cerrarlos,

permitirse

elegir los colores con que pintas

a tu antojo tu idílico espejismo.


Yo siempre he sido amiga de los tenues

matices que propician el sosiego.


Quiero creer que sigue siendo octubre,

un mes para gozar de los auténticos

y sencillos placeres, como este

de andar despacio por las alamedas,

comprobando que quedan todavía

en los árboles hojas

y cantos anidando entre sus ramas.


O el de sentarse al Sol y abandonarse,

en una suerte de letargo dulce,

animal,

primitivo.


Sentir con complacencia

y agradecimiento

que mi piel sigue siendo sensitiva,

capaz de estremecerse

con la tenue caricia de sus rayos.


Que en mi corazón aún no ha echado

su raíz el invierno.


Si hay que exprimir el néctar

de estos últimos días otoñales

amables, aunque austeros, que la vida

se digna a concedernos,

a la fuerza

hay que cerrar los ojos e inventarlos.


Que para despertar

y para sumergirse en el marasmo

de la grisura y la desesperanza

habrá de sobra tiempo.

Temporales


                                                                        Dime,

¿ acaso no has sentido alguna vez

el rumor intestino que originan

al medrar mis tormentas?


Compactas vaharadas de suspiros,

evocación agraz de los efluvios

de las flores marchitas,

que hablan de sangrante frustración

por tantos y tan tristes buenos días perdidos,

y atruenan el silencio.


Fulgores tamizados

por la delicadeza de los párpados,

capaces de fundir

los casquetes polares,

pero que nada pueden contra el hielo

con que la indiferencia

fue sepultando viejas ilusiones.


Aún así,

no hay nada que temer,

no oraré con fervor para que abra

sus compuertas el cielo sobre nadie,

no anida en mí la furia,

fruto de la impotencia,

ni me mueven

el afán de revancha y el despecho,

solamente me invade

una inmensa tristeza.


En mí empieza y acaba

este mal sin remedio...


Se trata solamente de dejar

que la fatiga acabe por rendirte

y el tiempo haga su parte.


Lentamente,

en mansos temporales de lágrimas furtivas

se acaba diluyendo.

domingo, 29 de septiembre de 2024

Buenaventura



Estos días de raso y confitura

que pasan sin sentir, pues se deslizan

sobre el envés de un tiempo que eternizan,

son la definición de la blandura.


Sobre la levedad de su estructura

los recuerdos apenas cristalizan,

como el aliento, se volatilizan

en una suerte de buenaventura.


Mejor así, ¿Quién quiere ser rehén

de la memoria, usual caleidoscopio

de imágenes que truecan su ensamblaje?


Cuando se está tan cerca del “the end”,

lo menos doloroso y lo más propio

es ir aligerando el equipaje.

domingo, 8 de septiembre de 2024

Algún oído atento


 

Yo, simplemente, digo.


Sencillamente, digo la que siento.


No necesito signos cabalísticos

que transcriban las iras del relámpago,

la danza de la lluvia,

o la inquietud del viento

y precisen intérpretes.


Me basta con dejar

al corazón latir

y que mi lengua capte

su música sincera,

su cantar,

su llanto...


Y a veces sus silencios.


Es Guadiana mi voz,

y se sumerge en su ensimismamiento,

si conviene...


Porque, por más que soy de las que dicen,

y suelo irme contando, verso a verso,

en palabras precisas,

puedo callar un lustro,

-o cinco si hace falta-


¿ Para que malgastarse, si hoy prosperan

los dialectos tribales,

la confusión, el ruido, el estrépito

y nadie va a escuchar?


Ya encontraré otro siglo

-u otra vida-

algún oído atento.

Ambición


 

Conmueve el patetismo

y la grandiosidad

del empeño.


Todo

es mirar por el ojo diminuto

de una cerradura,

sin conocer

la inmensidad del campo,

sin que te quepa duda de que nunca

has de tener la llave de la puerta...


Pobres monos ingenuos,

porque un día,

os pusisteis en pie

cultiváis ferozmente la ambición

de conquistar el cielo


¿ Para qué

necesitáis vosotros

tan vasta posesión?


¿Para poner en ella una bandera

que os otorgue el derecho a sumir en el caos,

pervertir,

maltratar,

corromper,

destruir,

dilapidar?


No hay que ver

nada más que aquello que, por norma,

habéis venido haciendo con la Tierra.


Menos mal

que apenas si podéis aspirar

a contemplar de noche,

de lejos,

suspirando,

las estrellas.

Oda postrera


Hoy quisiera escribir

una oda postrera a la alegría.


Una oda nacida en lo profundo

del ser,

dónde se guardan

los secretos más íntimos,

los recuerdos más ácidos,

los amores más dulces y sinceros.


Una oda de aquellas que parece

que fueran inspiradas

por la radiante luz del Sol de mediodía,

de esas que despiertan

nuestro impulso vital y hacen que acelere

su ritmo el corazón.


Una oda que hable

de aquel tiempo en el que todavía

no existían señales de debacles futuras,

y el mundo era aún

un lugar habitable y amistoso,

en que mi espacio olía

a tibieza y canela.


Una oda que sea testimonio

de que la vida es una inmensa aventura,

la sorpresa perenne

que se va desvelando día a día

y que, a pesar de todos los pesares

que a veces nos obsequia,

merece ser vivida con pasión

y celebrada jubilosamente

por todos esos mínimos momentos,

perfectos y gozosos,

que, también por sorpresa, a ratos nos regala.


Una oda que cante

por mí,

que ya no tengo

fuerza en la voz,

-y aun sabiendo que soy flor del instante,

de pétalo en precario-

el agradecimiento de existir,

- espíritu animoso, sometido

a una carne lábil-

así, adolorida,

vulnerable,

feliz,

emocionada.


Una oda radiante,

que me preste

algo de su esplendor, en esta hora

de penumbra creciente, en la que solo

florecen los silencios y medran  las tristezas.

martes, 27 de agosto de 2024

Hasta el último instante


¿Dónde estás corazón? Y ¿ cómo ha sido

que te fuiste quedando tan pequeño

que apenas si te cabe ni un mal sueño

de aquellos que estimulan el latido?


Qué sofocó el impulso enardecido

que no desfallecía en el empeño

de sostener el pálpito risueño,

sin cansarse o quedarse adormecido.


Despierta corazón, vamos, despierta,

quiero sentir de nuevo la pujanza

que me hacía cantar agradecida.


Tiempo de sobra habrá para estar muerta,

deja de lado tu desesperanza,

que hasta el último instante, todo es vida.

 

domingo, 25 de agosto de 2024

Los trece golpes




A veces tengo ganas de gritar,

de pedirle su voz prestada al trueno

y preguntar:


¿ POR QUÉ?


¿Qué culpa cometí que mereciera

semejante castigo?


Trece golpes infames

que quebrantan un cuerpo y que persiguen

doblegar un espíritu.


Pero yo siempre fui

de las que no se dejan someter

por razones de fuerza.


Opongo resiliencia fieramente

y me avengo a pagar el peaje que impone

estar hecha de carne sensitiva

y de alma sensible.


Sé que duele vivir.


Y que aún duele más

no hacerlo y limitarse

a ser sobreviviente.


Hay que asumir el riesgo de lanzarse

a apurar hasta el fondo el cáliz agridulce

que, por norma, nos brinda la existencia.


Total, si hay que morirse,

lo mismo da el hacerlo sin tener

ni un solo hueso sano.


Que se joda la muerte si no obtiene

de mi un lindo esqueleto....


Y que no haya nadie

que pueda con razón contarle al mundo

que me ha visto rendida ante el rigor

de esos trece desalmados golpes


Ni ante mil trescientos.


Mi victoria

consistió en ignorarlos

y comprobar al fin

que el sañudo dolor, cuando tu arcilla

 humildemente se reintegra al polvo,

por mucho que se empeñe

no alcanza a ser eterno.



La música del aire




Un buen día, la música del aire

me eligió para ser su pregonera

y yo no me negué, que, aunque quisiera,

jamás podría hacerle ese desaire.


Y el rumor de mi sangre, que sin pausa

imita en su fluidez la tesitura

de la canción del agua, se apresura

también en la defensa de tal causa,


Conque aquí me tenéis, ensimismada,

intentando captar cada suspiro

de una brisa de agosto incandescente.


Engañando otra larga madrugada

solitaria e insomne en mi retiro

de anónima poeta decadente.