No consigo
dejar de sorprenderme
cada
vez que me encuentro a bocajarro
en
alguno de esos andurriales
barriobajeros,
cara
a cara,
inesperadamente,
con la
otridad repleta de insolencia
de
mi alter ego.
De
manera invariable ,
muy
cortésmente,
me
la presento.
E
invariablemente
en
cuanto dobla la primera esquina,
con
actitud gatuna de altivo desapego,
se
vuelve desmemoria de mi nombre,
mis
señas, mis señales
mis
marcas o mis gestos.
Debe
ser que soy terca ...
debe
ser que me pierdo por los retos difíciles,
o
debe ser que quiero
ganarme
el cielo a pulso.
Porque
sigo,en la brecha,
contumaz
en el rito de la fe
en
la gota de agua que socava
el
mineral más duro
y
el blindaje más sólido.
Sin
perder la esperanza
de que un día al
cabo llegaremos
a tener, de una vez ,
el
muy dudoso gusto,
por fin,
de
conocernos.
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