Qué
placenteras son estas orillas
de
doradas arenas donde agotas
los
posos de luz , mientras embotas
alma
y piel de caricias amarillas.
Celebras
cómo atrapan las gaviotas
un
reflejo de acero en las puntillas
con
que te obsequia el mar y las astillas
que
de su vientre escupe, ni las notas.
Porque
de qué te sirve andar rumiando
los
vidrios del presagio de algún mal
que
,si se ha de cumplir, quién sabe cuándo....
Hasta
que en un desliz, las musarañas
caen
y tu naufragio ves tal cual :
qué
sola estás y cuánto que lo extrañas
No hay comentarios:
Publicar un comentario