Habrá
que acomodarse a la indigencia
de
las horas sin pulso,
desvaídas,
que
ahora han llegado, parece que a quedarse .
Al
cotidiano drama ,decadente y raquítico,
con
el que degustamos sorbo a sorbo
esa
agonía lenta y silenciosa
de
ir muriendo a plazos,
¿
Castigo?
¿dolorosa
redención?...
Ni
siquiera parece la venganza
de
cierto dios mezquino y algo triste
que
a veces nos devuelven los espejos,
de
rostro casi humano
Es
solo que hoy es hoy...
Y
es lo que toca.
Y
, luego,
que
los días de los pobres
-no
puedo hablar por boca de los ricos-
devienen
casi siempre en pobres días.
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