No le dije que lo sabía.
Que yo también, como ella, llevaba un
tiempo espiando gestos , acechando olores, recelando de llamadas interrumpidas, de
ausencias injustificadas...
Adivinando en sus besos fríos lo que su boca negaba .
Que,
muerta de celos, lo seguí hasta aquel hotel donde confirmé mis
peores sospechas .
La voz de Marta sonaba a desamparo:
- "Estoy segura, Consuelo ,estoy segura...Mi marido
tiene un lío y por lo que he podido ir averiguando, creo que se trata de su secretaria.
La indignación no tuve que molestarme en fingirla:
-"¡ Sinvergüenza! ¡ Qué bien engañados que nos tenía a todos!¿Sabes lo que te digo?Que no te merece. Mira, búscate un buen abogado, pide el
divorcio y sácale hasta el último céntimo! Sabes que cuentas
conmigo .
Acabó llorando sobre mi hombro.
Para eso estamos las buenas amigas.
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