Es
dejarse fluir serenamente
sobre
la superficie sinuosa
del
rumor de la vida y, glamourosa,
fingir
que no su arañazo no se siente.
Es
inventar un ritmo complaciente
para
cada ocasión, copiar airosa
el
danzar con que va la mariposa
huyendo
hacia adelante inútilmente.
Es
afilar la lengua de obsidiana
hasta
lograr un vértice astifino
con el
que asesinar tanta desgana.
Y
cincelar un sueño alabastrino
reescribiendo
en pura filigrana
a golpe
de soneto tu destino.
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