miércoles, 22 de marzo de 2017

Menos + menos



Si supiera 
dónde guardé los versos que tenían
aún esa apariencia inimitable
de lo fresco y lo ingenuo
que está sin maliciar...

Me falta la esperanza y la ceguera
para embarcarme a tientas en la búsqueda,
me sobran recovecos sin salida
poblando mis armarios.

Si pudiese
rebuscar en mis manos los caminos
que deben conocer a la ternura
capaz de hacerse ofrenda y de entregarse
envuelta en celofán...

Me faltan las palomas mensajeras,
me sobran los temores
y el vendaval adverso.

Y la conciencia dolorosa y clara
de que cada palabra y cada tacto
devienen en olvidos.

Ser casi un nopresente
es una obligación.

Premonición del frío, a mis espaldas,
se cierne el nofuturo.


Siento como el helor de su resuello
desazona a los tilos y hacer callar los pájaros

Y el corazón presiente
largos días de escarcha y amargor.





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