Si
supiera
dónde guardé los versos que tenían
aún esa apariencia inimitable
de lo fresco y lo ingenuo
que está sin maliciar...
Me falta la esperanza y la ceguera
para embarcarme a tientas en la búsqueda,
me sobran recovecos sin salida
poblando mis armarios.
Si pudiese
rebuscar en mis manos los caminos
que deben conocer a la ternura
capaz de hacerse ofrenda y de entregarse
envuelta en celofán...
Me faltan las palomas mensajeras,
me sobran los temores
y el vendaval adverso.
Y la conciencia dolorosa y clara
de que cada palabra y cada tacto
devienen en olvidos.
Ser casi un nopresente
es una obligación.
Premonición del frío, a mis espaldas,
se cierne el nofuturo.
aún esa apariencia inimitable
de lo fresco y lo ingenuo
que está sin maliciar...
Me falta la esperanza y la ceguera
para embarcarme a tientas en la búsqueda,
me sobran recovecos sin salida
poblando mis armarios.
Si pudiese
rebuscar en mis manos los caminos
que deben conocer a la ternura
capaz de hacerse ofrenda y de entregarse
envuelta en celofán...
Me faltan las palomas mensajeras,
me sobran los temores
y el vendaval adverso.
Y la conciencia dolorosa y clara
de que cada palabra y cada tacto
devienen en olvidos.
Ser casi un nopresente
es una obligación.
Premonición del frío, a mis espaldas,
se cierne el nofuturo.
Siento
como el helor de su resuello
desazona
a los tilos y hacer callar los pájaros
Y el
corazón presiente
largos
días de escarcha y amargor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario