Si se
presiente el penar,
por más que en verso se clame,
o se es ruin e infame
o se acude a consolar,
sí bien sé que no he de hallar,
aun empeñando el desvelo,
alivio del desconsuelo
de los ojos que el espanto
arrasó y que en su quebranto
le piden cuentas al cielo.
Pero allá arriba ¿ quién tiene
libro de reclamaciones ?
y a brindar explicaciones
tampoco nadie se aviene.
Por eso, pues, no conviene
el esperar a que acuda
la divinidad , que es muda
y sorda, a nuestra llamada
de socorro, distanciada,
no ha de prestarnos su ayuda.
Toda palabra es obscena,
todo grito irreverente
para retratar lo hiriente
de la catástrofe ajena.
Badajo de agua , resuena
como un eco de estertor
en el vacío interior.
Cada ser humano vive
un infierno y no es proclive
a mirar alrededor.
Este mundo no es un cuento
de princesas y ladrones,
en todos los corazones
hay un rincón ceniciento.
Como si un loco violento
nos hubiese modelado
arrancando a su costado
roña y sangre corrompida
cada cual va por la vida
como un puzle atormentado.
Codicia, miedo, rencor…
demasiado para un pecho.
Y se queda más estrecho
si ha de caberle el amor.
Saberse depredador,
conocerse depredable.
Sentirse ante el execrable
espectáculo sufriente
en la razón inocente
y en la conciencia culpable.
Portador de un gen dual
capaz de la abnegación,
del crimen, de la traición…
de pensar bien y obrar mal...
Habrá que abrirse en canal
separar paja de grano,
que venza el héroe al villano,
y que el hombre no se llame
Hombre, mientas no proclame
que antes que nada es humano.
Ya no hay otra salvación
por más que en verso se clame,
o se es ruin e infame
o se acude a consolar,
sí bien sé que no he de hallar,
aun empeñando el desvelo,
alivio del desconsuelo
de los ojos que el espanto
arrasó y que en su quebranto
le piden cuentas al cielo.
Pero allá arriba ¿ quién tiene
libro de reclamaciones ?
y a brindar explicaciones
tampoco nadie se aviene.
Por eso, pues, no conviene
el esperar a que acuda
la divinidad , que es muda
y sorda, a nuestra llamada
de socorro, distanciada,
no ha de prestarnos su ayuda.
Toda palabra es obscena,
todo grito irreverente
para retratar lo hiriente
de la catástrofe ajena.
Badajo de agua , resuena
como un eco de estertor
en el vacío interior.
Cada ser humano vive
un infierno y no es proclive
a mirar alrededor.
Este mundo no es un cuento
de princesas y ladrones,
en todos los corazones
hay un rincón ceniciento.
Como si un loco violento
nos hubiese modelado
arrancando a su costado
roña y sangre corrompida
cada cual va por la vida
como un puzle atormentado.
Codicia, miedo, rencor…
demasiado para un pecho.
Y se queda más estrecho
si ha de caberle el amor.
Saberse depredador,
conocerse depredable.
Sentirse ante el execrable
espectáculo sufriente
en la razón inocente
y en la conciencia culpable.
Portador de un gen dual
capaz de la abnegación,
del crimen, de la traición…
de pensar bien y obrar mal...
Habrá que abrirse en canal
separar paja de grano,
que venza el héroe al villano,
y que el hombre no se llame
Hombre, mientas no proclame
que antes que nada es humano.
Ya no hay otra salvación
posible: aquí nos salvamos
todos o nos condenamos
al tiempo, sin remisión.
Si justicia y compasión
triunfan, lograrán que tantos
se rediman de sus llantos
y que transformemos juntos
esta Era de Difuntos
en la de Todos los Santos.
todos o nos condenamos
al tiempo, sin remisión.
Si justicia y compasión
triunfan, lograrán que tantos
se rediman de sus llantos
y que transformemos juntos
esta Era de Difuntos
en la de Todos los Santos.
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