En
todos los rincones
acechan
las tormentas.
Y
yo aquí,
en
la mitad de un páramo abonado de miedos
y
sembrado de dudas .
Qué
habrá de hacer un alma a la intemperie
cuando
llegue el diluvio
Solo
esperar que escampe.
Y
rezar a los cielos por que sea benigno
el
dios de los ahogados.
Que
cuando su furor alcance el clímax
y
sobre mi universo declinante
reine
otra vez la calma ,
demuestre
compasión por mis despojos
Que
allí donde reposen
consienta
que florezcan danzantes amapolas .
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