Quién
me iba a decir que en mis mañanas,
huérfanas
desde antaño de emociones,
repiques
de campanas.
habrían
de llegar a mis balcones
Pone
risas tempranas
en el
aire el jolgorio de gorriones
que te
ríe en la voz y que desgranas
junto a
mi oído igual que bendiciones.
Ahora
puede el día
venir
con su arsenal de desconsuelo,
que
llega con tres horas de retraso.
Hoy me
sobra alegría
para
pisar bien firme sobre el suelo
y hasta
para volar si llega el caso.
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