Con
cuánta vanidad te desayunas.
Escuchas
cómo el trino del pájaro del alba
celebra
el que haya vuelto la hermosura más nítida
a
rendirte sus dones .
Embebida
en su canto te parece
menos
frugal y amargo tu café.
Y sabes
que ha salido
el Sol
solo por ti, para dorarte
el
cascabel que ha puesto en tu mirar
el que
te sabes viva y amada nuevamente.
Hoy no
miras los posos
que han
quedado en la taza.
No sea
que se empeñen en seguir siendo oscuros.
En ir
contracorriente y hablar de la fugaz.
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