Aquí
todo
resulta plano,
sin
matiz,
tan
terso, tan doméstico
y tan
inofensivo...
Y al
tiempo tan insólito...
Esta
quietud asusta.
Porque
la vida lleva escrito en su adeene
el
mandato del cambio.
Y este
impasse de ahora no es un sueño
de
aquellos inventados ,
casi
humo,
que te
consta que con cerrar los ojos
verás
evaporarse.
Esta es
la realidad
en su
estado más álgido,
ese en
que ya ni duele,
pero
que se desangra si la rozas.
A mí
denme tormentas,
tempestades,
contra
las que luchar,
Y no
esta calma tensa,
revestida
de
silencios oscuros y temores.
Con la
textura exacta
-y sé de lo que hablo después de mil tsunamis-
que antecede y anuncia,
sin un margen de error,
el día del desastre.
-y sé de lo que hablo después de mil tsunamis-
que antecede y anuncia,
sin un margen de error,
el día del desastre.
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