domingo, 3 de marzo de 2019

Los juegos del hambre




Ahora
que sobre mí presiento la sombra que acompaña
al oscuro rigor definitivo
es cuando con más fuerza
me apalanco a la vida.

No sé de dónde saca
mi espíritu maltrecho
este plus de optimismo.

Pero lo mismo da,
el caso es olvidarme de todo y celebrar
que hoy el día tiene un rostro casi humano
y el sol hace cosquillas y calienta ,
el pan es más gustoso,
embriaga más el vino
y cantan los jilgueros ,
mientras huele
a libertad y a savia nueva el aire...

Tengo necesidad de ser avara,
de ir atesorando en mis bolsillos
retazos diminutos de este gozo
elemental e intenso,
pues conozco en mi carne los estragos
de los juegos del hambre ,
del agudo mordisco de ignorar
a qué sabe la dicha.

Yo sé que nunca duran
cuatro lunas seguidas los milagros...

Y luego nadie sabe cuántos siglos
puede durar el tiempo que se ceba
en las tristezas y las adversidades

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