Ahora
que
sobre mí presiento la sombra que acompaña
al
oscuro rigor definitivo
es
cuando con más fuerza
me
apalanco a la vida.
No sé
de dónde saca
mi
espíritu maltrecho
este
plus de optimismo.
Pero lo
mismo da,
el caso
es olvidarme de todo y celebrar
que
hoy el día tiene un rostro casi humano
y el
sol hace cosquillas y calienta ,
el pan
es más gustoso,
embriaga
más el vino
y
cantan los jilgueros ,
mientras
huele
a
libertad y a savia nueva el aire...
Tengo
necesidad de ser avara,
de ir
atesorando en mis bolsillos
retazos
diminutos de este gozo
elemental
e intenso,
pues
conozco en mi carne los estragos
de los
juegos del hambre ,
del
agudo mordisco de ignorar
a qué
sabe la dicha.
Yo sé
que nunca duran
cuatro
lunas seguidas los milagros...
Y luego
nadie sabe cuántos siglos
puede
durar el tiempo que se ceba
en las
tristezas y las adversidades
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