Resulta
placentero
este
abandono al suave nihilismo
de irse
arrellanando blandamente
en la
quietud sedosa de la semipenumbra
a ver
como se claudica ,entre estertores
de una
pálida luz ya desahuciada,
el día
una vez más.
Sobre
el cristal se van desdibujando
los
reflejos dorados y ganan su terreno
poco a
poco las sombras.
Dentro
de mí , como mancha de aceite
va
creciendo un desánimo.
Qué
corazón no siente
la
humana tentación de relajarse,
de
prescindir del peso de la máscara,
con la
que se procura mantener
el reto
de ser siempre, bajo cualquier tormenta,
impávida,
una
misma.
Es
grato respirar,
hasta
empaparse ,
las
cadencias que pueblan el silencio
y no
pensar en nada.
Mientras
te va invadiendo poco a poco
una
dulce y feroz melancolía.
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