En esta
tarde plácida 
en que
el mundo parece haber reconquistado 
su
antigua condición de hogar en equilibrio
para
todos los seres que lo habitan
y
transpira sosiego,
yo
también recupero la laudable
serenidad
 de espíritu
que
abre los cerrojos de los chancras
y nos
vuelve radares sensitivos.
Recupero
el lenguaje 
elemental
 del pulso que lo vivo conoce
y la
piel no ha olvidado 
y
vuelvo a los inicios.
Allí
donde jamás nos hizo falta
saber
nada de música
para
encontrar hermoso el trino del jlguero
Solo
con escuchar lo que flota en el aire,
el
grillo que celebra el rayo matutino,
la rosa
que saluda  gentilmente al rocío,
el
sauce que suspira,
el
corazón lo entiende.
Quién
pudiera
congelar
el instante 
no
tener que ceder a la exigencia
de
volver al planeta de los locos
que han
delegado  la expresión del pálpito,
-y
acaso del sentir-
en un
puñado escaso de palabras.
Y se
pasan la vida lamentándose
de lo
mucho y los bien que los confunden.
 

 
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