jueves, 5 de abril de 2018

Magia providencial



Fumarolas teñidas
de colores amables y emotivos
nos nacen con el paso de los años
del volcán, triste brasa ,
en que se ha convertido el corazón,
cubriendo los paisajes
que, a modo de postales cuarteadas
y fotos amarillas de otros tiempos,
conserva la memoria.

Su bruma nos engaña

Se finge veladuras trasparentes
y delicados tules,
pero con qué eficacia
hermosea los rostros anodinos
de todos los recuerdos.

O acaso es en los ojos,
en la amalgama singular que forman
el cristalino sólido y el vapor de las lágrimas
-vitriolo sublimado -,
donde se nos disuelven las imágenes.

Incluso más adentro,
en la maraña
de espinosos secretos y  sueños asolados
puede que anide el soplo germinal que propicia
esa especie de transustanciación
de la sal en azúcar,
de lo feo en hermoso,
de la ceniza en llama,
de lo tedioso en lúdico,
de lo ordinario en trascendental.

Venga de donde venga,
que sea bienvenida, providencial, la magia
que nos hace volver hasta el pasado
con mirada de niño.

Que le regala al triste y deslucido
presente sin sorpresas ni afectos que nos toca
un poco de ilusión.




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