En
mitad del jardín
antes
había un viejo y retorcido
sauce
llorón ,
un
árbol
cuya
enorme copa melancólica
le daba
un cierto aire
romántico
y solemne.
Debajo
de sus ramas
me
gustaba sentarme por las noches
a
contemplar el cielo y a escuchar
los
runrunes ahogados,
delatores
del
bullir de la vida
que
acababa
por
contagiarme su imperioso acento,
hasta
fluir pausado por mi sangre
haciéndome
soñar que ,de ponerme
podría
transcribir la partitura
de su
polifonía.
Antes
había un sauce y un jilguero
que
regresaba cada primavera
cargado
de canciones
a la
querencia verde de su nido.
El
sauce ya no está,
ni sabe
el pájaro
a qué
hogar volver ,ni dónde debe
desgranar
sus arpegios .
Yo
también
estoy
desubicada.
No es
el mismo
el
jardín,
y no
encuentro
lugar
en que poner mis sueños al relente
bajo
una vigilante Luna llena,
ni
donde abandonarme
a
sentir aflorar mis armonías.
******
Ya no
me quedan muchas primaveras
por
malgastar
acaso
es por
eso por lo que me parece
Marzo
más luminoso,
más
espléndido Abril
y Mayo
más risueño y encendido
de
fragancias torcaces.
Yo no
sé
si
volverán las mismas golondrinas
que
ayer supieron ser
alegres
precursoras del verano,
pero
doy por seguro
que los
días no vuelven.
Golosamente
absorbo
por mis
poros abiertos
de par
en par
la
esencia
de las
pequeñas cosas
y
agradezco
cada
pequeño don elemental
que la
vida me ofrece .
Esa
solicitud
con que
te envuelve el aire los días soleados.
Esa
sensualidad
casi
concupiscente, voluptuosa,
con que
la piel se entrega a la caricia mínima.
Ese
inmenso placer
con
que degusta el alma ensimismada
el
sorbo diminuto e impagable
de la
felicidad hecha tibieza.
*****
El
sauce ya no está,
ni está
el jilguero,
solo
yo sigo aquí , algo más triste,
mucho
más sola,
más
infinitamente agradecida
de
seguir respirando y añorando
los
antiguos verdores
y los
trinos añejos que el viento se llevó .
Aunque
quiera la vida únicamente
que
continúe aquí
para
ser el testigo y el juglar
que
cantando de fe de las ausencias.
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