lunes, 1 de mayo de 2017

Dama de negro


No me pongas delante de la cara

el torso complaciente, ni me ofrezcas

el cuello que palpita.

No me tientes...


Ya sabes que me gusta

la piel de tacto mórbido

que huele a nardo y humo

y el color encendido de la sangre.


Pero es que ha amanecido

hoy antes que otras veces,

el colmillo lo traigo

cansado de batallas sin cuartel

y las uñas,

mejor no arruinármelas,

que me acaban de hacer la manicura...


Dios sabe que quisiera

ser tu dama de negro de otros días,

pero el cuerpo

protesta y pone límites.


Hagamos esta noche

una tregua en nuestra singular y lúdica contienda

de seducción y espasmo.


Y probemos que al cuero

también en ocasiones lo vence la ternura.


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