Todo
ocurre de ojos para adentro.
Un
algo en el azul se nos opaca,
sin
saber bien por qué , con ciertas pérdidas
y
un poso de tristeza indefinible
gravita
sobre el aire.
Hay
modos de vivir,
al
menos tantos
como
vivientes , y cada cual estampa
-hosca
o amable - su deleble huella
sobre
el camino.
Algunos,
los benditos por la suerte,
nacieron
para ser los paladines
de
la palabra y defender su enseña
armados
de belleza y poesía.
La
muerte solo es una y nos iguala:
Un
mismo polvo para un mismo olvido.
Hay
formas de morir y de quedarse
morando
un rato más entre nosotros.
Cuando
muere un poeta no se apaga
ningún
astro ni tiemblan conmovidos
los
pilares del cosmos .
Pero
suspira un ángel
y
se impregnan
de
paz las cuatro esquinas del silencio.
Y
algunos, los lunáticos de siempre,
nos
quedamos un rato pensativos.
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