Qué
extraña sencillez encierra lo perfecto.
Parece
como un juego el modo en que se llega
a
conjugar a un tiempo el alfa y el omega
sin
que pi se entrometa y malogre el proyecto.
Por
mucho que se empeñe nuestro pobre intelecto
en
descifrar milagros, su esencia se le niega,
pues
bien sabemos todos que solo se le entrega
a
quien se rinde, el cáliz de lo pluscuamperfecto
Hace
una mariposa mil circunvalaciones
felices
sobre el caos y así va devastando
a
su capricho el ritmo de las constelaciones.
Y
luego, en un suspiro, se enfrasca en aquel rito
de
Abril y de su rosa, mientras va pregonando
la
belleza intangible que abruma a lo finito.
Puesto
que estamos ciegos, mejor cerrar los ojos
y
escuchar como bulle la vida en los rastrojos.
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