Abrir
los ojos, degustar lo insólito,
la
tarde alrededor hecha paloma
dispuesta
a merendar paz de su mano,
a
prestarle sus plumas.
En
medio de la plaza
hay un
pájaro más y él no lo sabe,
un niño
al que le crecen,
por
momentos,
las
alas ,
ese impulso
vital e incontenible de adueñarse
de todos los espacios.
¿
Quién, decid
-en
base a qué inquietud, qué travesura-
será
el primero en levantar el vuelo?
Que el
instante sea breve
es la
excusa feliz para el poema.
Durará
lo que dure,
la
distancia
que
separa el motín del desconcierto.
Puede
olerse el presagio,
! Cómo desea el aire hacerse añicos
de
tanta algarabía!
Y aventar
hacia el cielo los residuos
que nos quedan aún en la mirada
de aquella inocencia.
ese impulso
vital e incontenible de adueñarse
de todos los espacios.
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