Hoy
vengo como ardida.
Y ni me
siento brasa
ni en
cenizas me duelo.
Solo
puedo encontrarme conmigo consumiéndome
en el
centro incoloro
donde
el fuego no quema.
Traigo
sobre la carne la pasión que de siempre
nos
hace insensatez incombustible.
Comulgando
en fervor
con
todo lo que antes ardió, cuya memoria
ceba el
aire y me aviva,
ardida
como voy,
sé que
ardiente me debo mientras me aguante el alma.
Ya no
sé si me queda
un
pálpito,un sollozo, un latido ,un temblor
una
brizna de piel
sensitiva
,capaz
de
vibrar y ser música
con la
que alimentar la eterna incandescencia
que el
existir me pide.
Hoy
vengo como ardida.
Y en
busca de algún pozo
donde
la nieve anida y es fría hasta el espasmo.
Tus
labios por ejemplo.
Toda
una eternidad sé que podría
flamear
sobre la vehemencia
de
su espiritosa quemadura,
ensimismada en su arrebatamiento.
ensimismada en su arrebatamiento.
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