Pobres
alas ilusas las que tienden
su
indefensión vestida de tersura
sobre
la displicencia del vacío.
De poco
o nada vale
intentar
lo imposible.
Antes
de ti vivían mis palomas
condenadas
al limbo ,a aceptar la mordaza
prudente
de sus plumas,
a ser
quietud que añora el vértigo del vuelo.
Contigo
llegó el aire.
Y el
júbilo de ver
que
puedo fácilmente vencer su resistencia.
Someterlo
,danzando
en
circunvalaciones caprichosas,
a que
rinda el secreto más puro de su espíritu.
Apenas
un sollozo
que
trasforma la tarde en embriaguez sonora
y
huele a ensueño azul y a primavera
lo
mismo que las lilas .
Después
de ti el mundo fue un silencio
inodoro
e insípido.
Ahora
¿quién le cuenta
al
corazón que todavía exulta
que
debe hacer olvido de aquello que sintió?
Prefiere
irse apagando,
diluir
sus latidos en la mudez que sigue
a todas
las catástrofes.
Mientras
que verifica
qué
intensamente suave y persistente
puede
llegar a ser tu remembranza.
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