Soneto
tras soneto me voy desmigajando
la
carne que guardaba la flor de sus sentires
y que
pétalo a pétalo a un rito de decires
sin
saber el motivo se acaba consagrando.
Me
siento tan desnuda... por favor, no me mires,
presiento
que tus ojos me están analizando
mis
porqués y mis cómos. El para qué ,el cuándo
y hasta
dónde me exprimo mis rancios elixires
No
quieras adueñarte de todos mis secretos,
respétame
el misterio del centro de la llaga
que
infringe al alma virgen la luz concupiscente.
Desde
siempre el milagro se muestra a los discretos,
conocen
que el tacto tras el cristal no estraga
la
tersura perfecta del aire transparente.
Si eres
obediente
prometo
deslizarme al borde de tu oído
en pago
y susurrarte un blues dolorido.
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