Está
la casa fría.
Los
cristales
atrapan
el aliento y lo transforman
en
caprichos de escarcha.
Sobre
el aire transita un silencio que existe
de
espaldas a la música
Un
turbador silencio sin latido
como
aquel que se instala sobre el mundo
cuando
la nieve cae
con
lentitud agónica y suaviza,
nimbado
en mansedumbres,
copo
a
copo
pluma
a
pluma
el
rigor del destierro
Está
la casa fría
y yo he
tomado, y es inamovible
la
decisión heroica
de
quedarme en la cama un rato más.
Hasta
que se disipe el aleteo
del
ángel sin sonrisa
que
pasa en nuestra vida sembrando glaciaciones
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