No me 
creáis si pinto  a la  acuarela
el
retrato del día, con colores
al
pastel, repujados de fulgores
de
quincalla barata y lentejuela.
Soy muy
peliculera y me rebela
vivir
para contar mis sinsabores,
prefiero
fabular con esplendores
risueños
y  floridos, por si cuela.
Pero
rascad un poco el barniz  lúdico,
descubriréis
que cada pincelada
oculta
otra   más tosca,   oscurecida.
Es que intento ponerle, en gesto púdico,
veladuras
a un alma atormentada
grabada
al aguafuerte por la vida
 

 
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